Con la televisión de pago y, en mayor medida, con la expansión de internet ha llegado al gran público el boom de las series de televisión de calidad. Es verdad que muchas series siguen las temáticas tradicionales: de policías, de abogados, de médicos o las sitcoms familiares de siempre pero, entre todas ellas, nos podemos encontrar con obras de arte que nada tienen que ver con las series tradicionales. Creaciones como Los Soprano o Mad Men poco tienen que ver con nada hecho anteriormente. Luego, dentro de las temáticas tradicionales, podemos encontrar médicos detectives drogadictos como House, policías asesinos en serie como Dexter o una sitcom sobre científicos frikis como The Big Bang Theory.
El fenómeno fan que arrastran las series hace que el decepcionante final de Perdidos haya sido un drama mundial o que, varias semanas después del final de Breaking Bad se sigan escribiendo artículos sobre él. Esta claro que las series están generándose un espacio dentro del espectro de entretenimiento de la sociedad. Fundamentalmente de los jóvenes de veintitantos y los ya no tan jóvenes treintañeros y cuarentones que son quienes normalmente dominan internet y las nuevas tecnologías. Porque tan importante como verlo es contar que lo has visto u opinar sobre ello en tuíter.
Este auge de las series ha alcanzado un punto en el que, bajo mi punto de vista, algunos de los mejores creadores se encuentran en la televisión y no en el cine. Cada vez es más complicado que una película te sorprenda. La cartelera del cine se reduce a películas de explosiones, de superhérores, de miedito cada vez más malas, mil comedias románticas y la de animación de turno. O, la mayoría de las veces, un batiburrillo de varios de estos géneros. Todo parece hecho con el mismo molde., sólo de vez en cuando aparece algo que llama la atención.
Una serie les permite a los guionistas una evolución de las tramas y de los personajes con la que la duración de una película no puede competir. A pesar de que cada vez aparecen más sagas de películas. Parece que las películas se están convirtiendo en series buscando una mayor duración y, a su vez, las series se convierten en películas acercándose a su calidad técnica. Una temporada de trece capítulos de unos cuarenta o cincuenta minutos de duración de una buena serie suele contar una historia cerrada. Son unas cinco o seis horas de entretenimiento que te pueden hacen vivir experiencias extraordinarias.
En los hogares, han llenado el espacio que tenía la televisión generalista, cada vez más histriónica, más carroñera y de menor calidad. La televisión actual se dirige hacia la bronca en la tertulia, da lo mismo que sea política, deportiva o del corazón, hacía unos informativos manipulados en una dirección u otra dependiendo del media la que perteneces y hacia unos programas que son pseudoconcursos de habilidades musicales, culinarias o de lo que sea que buscan, como último fin poder alimentar el resto de programas de la cadena.
En lo referente a las series nacionales la calidad brilla por su ausencia. Hace ya demasiados años que nacieron Cuéntame y Siete Vidas, que son las últimas grandes series buenas de verdad. Que yo haya visto al menos. De vez en cuando aparece una buena idea que se va destruyendo con el paso de los capítulos por el intervencionismo de las cadenas. Se intenta llegar a un grupo de espectadores que abarque desde la abuela de la casa hasta el nieto de ocho años y es imposible escapar del chiste facilón o de los chulazos sin camiseta si se persigue agradar a todos por igual. Es imposible. El tema de la duración y de los horarios también es terrible. Un capítulo empieza a las 22:30 y se alarga hasta las 00:30, todo ello marinado con al menos 45 minutos de publicidad. Es incomprensible, por otra parte, porque en la época de la TDT es imposible que ninguna cadena española fuera de C+ ponga información sobre la temporada y el número de capítulo de lo que se esta emitiendo, sea la producción nacional o extranjera da igual, ninguna lo hace. Se hace imposible seguir series que son muy buenas como Shameless, Los Simpson o Dos hombres y medio a través de estos canales. No sabes que capítulo sigue a cual ni cuando lo emiten. Y ya, lo otro que suele pasar, es ponerte a ver una serie que tiene buena pinta y, como no funciona primero la destierran a la madrugada y finalmente desaparece del todo. No entiendo porque no apostamos más por nuestra ficción, si lo mejor que tenemos los españoles es la creatividad y la originalidad.
En este blog hablaré de mis series favoritas e intentaré convenceros para que las veáis. Series como Perdidos, Homeland, The Newsroom, Juego de Tronos, etc. Espero que os guste y que cada vez seamos más los serieadictos.